LOS MONSTRUOS Y SU VIDA SOCIAL
por Jordi Claramonte Arrufat. Profesor de Filosofía de la UNED

Toda teratología es por sí misma a la vez una sociología y una estética. Cada monstruo condensa de un modo específico, a la inversa si se quiere, toda una poética de la socialidad. La producción de monstruos explicita lo que en cada contexto se postula como excluido y que, por su carácter mismo de excluido, no queda tan lejos como se piensa de la normalidad. Se trata de casos extremos que ilustran precisamente por su condición eliminar aquellos vectores que vertebran la sociedad. En ese sentido todas las sociedades proyectan los monstruos como su propio reverso y al mismo tiempo como su más secreta identidad. Esto es así en la medida en que asustadores y asustados forman parte de un mismo juego, siendo ambos vocablos de un mismo “modo de relación”. Por supuesto, unos y otros tienen cierta autonomía para configurar miedos propios y ajenos, pero dicha autonomía relativa no cancela en absoluto esa coincidencia de juego en el que se hallan ambas partes.
A primera vista parecería que hablar de “monstruos” en un sentido que los haga ocialmente relevantes nos retrotrae a fases de civilización y pensamiento que gustamos de pensar superadas, fases caracterizadas por el predominio del pensamiento teológico y con una fuerte influencia de las mitologías. [Leer+]

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